Sunday, November 19, 2006

la ciudad lucía

la ciudad lucía es el primer título de la colección bajo el arcoiris de fuego de MANTRA Editorial. Su lanzamiento se realizó el viernes 13 de octubre en el restobar Espantagruélico (Dardignac 50, Barrio Bellavista) y contó con la presentación de Héctor Hernández Montecinos y Patricia Espinosa, y una performance realizada por su autora, Paula Ilabaca, en compañía de Her Own And Private Soundtrack.

El fragmento qu presentamos a continuación corresponde a la primera reseña hecha sobre el libro en un medio local, y pertenece al diario El Mercurio, sección Revista de Libros (19 de noviembre de 2006):

Dos voces singulares

Por Camilo Marks

Si existe algún rasgo común entre el centenar de poetas jóvenes que, con mayor o menor talento, publican hoy en Chile, él se encuentra en la obsolescencia de los rígidos códigos morales que hicieron de este país una nación de burócratas aplicados y reprimidos y de mujeres sumisas y fieles. Y ello se expresa, naturalmente, en la enorme variedad de registros formales que han elegido, en las licencias que se toman, en las voces que utilizan y, sobre todo, en el acceso a una cultura masiva, a veces muy barata, en los viajes y becas incesantes y el subsiguiente intercambio social, político, ideológico, todo lo cual se traduce en un patente enriquecimiento intelectual, pero también en dar vuelta la espalda, a veces de manera atolondrada, al rigor, el oficio, la disciplina de nuestros antepasados.

Por fortuna, hay autores y autoras que da gusto criticar debido al hábil uso del lenguaje y a las desconcertantes ambivalencias que exhiben. Una de ellas es Paula Ilabaca (Santiago, 1979), la cual carece de todo remilgo frente al poder y la sociedad de su entorno y es capaz de atacarnos enseguida con estos versos de la ciudad lucía, su segundo título: "y quién lo va a cuidar esta noche a mi niño marrón a mi ángel/ (y quién lo va a cuidar esta noche a mi niño marrón a mi ángel)/ quién lo va a arrancar de la pesadilla por el pasillo no pasea/ (quién lo va a arrancar de la pesadilla por el pasillo no pasea)/ mira como me diluye y espera/ (mira como me diluye y espera)/ y no me deja entrar/ (y no me deja entrar)/ y me tira a la ciudad que me doblega/ (y me tira a la ciudad que me doblega)/ y me tira un poco de cemento/ (y me tira un poco de cemento)/ y eyacula una avenida por donde camino (y eyacula una avenida por donde camino)/ mira como duele/ (mira como duele)/ mira mientras sueño mientras que me tiro junto a/ (mira mientras sueño mientras que me tiro junto a). Como se ve, Ilabaca no se hace ningún problema con las repeticiones ni las continuadas aliteraciones y en cada estrofa del comienzo de este libro, llamado "lucía las bullas", tales recursos operan como salmodias, peculiares ensalmos encantatorios al modo de rezos u oraciones primitivas. La joven poetisa, sin embargo, sabe, instintivamente o gracias a la práctica, cuándo detenerse y aunque la lectura sin pausas de la ciudad lucía puede resultar agotadora, hacia el final del volumen Ilabaca matiza la explosión de retruécanos a favor de un tono, por decirlo de algún modo, más reposado y algo elegíaco: "astuta vil me palpo la cara/ lucía dice zo protege/ cardinaliza belleza/ astuta vil me palpo la cara/ ella dijo zorr protege/ cardinaliza balleza/ astuta vil me palpa la cara/ él dijo ella dijo zorra protege/ cardinaliza belleza".

Nelson Navarro (Quemchi, 1944), en Donde habitamos las palabras, su quinto poemario, nos hace de inmediato sentir simpatía porque, definitivamente, no es un poeta cortesano, presenta episodios narrativos con seguridad, sus temas tienen poco que ver con tradiciones rimbombantes y rediseña el lenguaje con muy buen nivel: "estoy leyendo a un loco/ poeta francés/ según este iluminado, las aguas se musicalizan en la costilla/ izquierda de Bach/ otro poeta me escribe/ desde Puerto Aysén/ y me dice que en ese río fluye/ un ritmo endemoniado/ y al dar en las rompientes/ se vuelve mariposa". Puede parecer perverso situar a Navarro junto a Ilabaca: mientras ella es descontrol, frenesí, estrépito, ruido, como corresponde a una colección que viene con un CD incluido, Navarro es sereno, introspectivo, lejos del delirio callejero, permitiéndose hasta reflexiones bíblicas: "Todas las flores que me traigas/ no sabré si pesarán sobre mi lomo/ pero me importa que hayas venido,/ pagar tu pasaje es un mar tormentoso/ con tus labios partidos por la ola/ como decía el Nazareno a quien estaba/ al lado de su cruz/ te quiero mucho más que este dolor".

Así, mientras Ilabaca nos zambulle en la inestabilidad caótica, Navarro tiende un poco al sermón majestuoso y a la letanía. En todo caso, ambos parecen conocer el antiguo dictum de Ovidio - Nihil est quod perstet in orbe, o sea, nada hay en el mundo que no cambie- y los dos, con sus singulares dicciones, demuestran que la poesía sigue viva en Chile.

LA CIUDAD LUCÍA
Paula Ilabaca Núñez
Mantra Editorial, Santiago, 2006, 97 páginas, $6.500.
POESÍA

Disponible en las librerías: Metales Pesados, TXT y la librería Gonzalo Rojas del Fondo de Cultura Económica.

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